viernes, 11 de diciembre de 2020

L13T22

Hay días en que puedo ser mi peor enemiga, hay días en los que solo ser consciente de que existo me repugna, son pocos, y con el tiempo han sido menos, y menos frecuentes. Aún así; siempre son menos los días en que me respeto y me aprecio. Mi cotidiano, esa normalidad, que es en mejores palabras sería una regularidad, es un soso y tedioso "me soporto", no tengo nada en contra, pero menos que nada a favor, del mismo modo que veo pocos colores veo la vida, y ocre constante donde nada brilla, nada es genial, o por lo menos, muy pocas cosas, situaciones o personas lo son. Sospecho que es por eso que me aferro con uñas y dientes a las cosas, situaciones o personas que me sacan de ese tibio sopor de la regularidad, ese constante "autovaleverguizmo" que me asfixia los días, las horas y los segundos, ese que me clava en la cama y me pone a dormir 8 horas, 10 horas, 12,14,16, como si no quisiera despertar. Y llegamos a la pregunta lógica ¿Y si resuelvo el asunto por mano propia y doy un fin a la sinfonía, cuán director anciano que sabe que la música terminó aunque la partitura diga lo contrario? La respuesta es simple y lógica también, soy cobarde y el error me preocupa, no soy una isla y no quiero que con mi falta de algo resulten sufriendo quienes no lo merecen. 



Manizales, octubre 16 de 2020.


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