Padre nuestro que estás en el cielo,
Y con tu rayos das calor a nuestros cuerpos,
Y das energía a las plantas que nos dan de comer y de respirar.
Madre nuestra que estás en la tierra,
Y de tus entrañas y tu piel nos alimentas.
Madre nuestra que estás en el agua,
Nos refrescas y nos das vida,
Y en tu eterno ciclo no nos desamparas.
Padre viento, tu omnipresente que nos das la vida misma al respirarte.
Hermanos móviles e inmóviles,
De raíces, pezuñas, patas, alas o sin nada de nada.
Santificados sean vuestros nombres,
En la tierra, en el agua, en el aire y en el cielo.
Perdonen nuestras ofensas,
Pues sabemos y reconocemos que
Son nuestras obras las que os convierten
en actores de nuestra destrucción.
Padre sol, perdónanos por llenar el aire de toxinas
Que impiden que tus rayos nos bendigan.
Madre tierra, perdónanos por no saber respetarte,
Lacerar tu piel y desnudarla,
Abrir tus entrañas y despojarte.
Madre agua, perdónanos por lanzar nuestras inmundicias,
Desechos y hasta nuestros muertos, en ti.
Padre viento, perdónanos por convertirte en veneno.
Hemos caído en la tentación y en la mentira,
Pues como hijos es falso pensar que nuestros padres nos pertenecen.
Son nuestras manos la que destruyen, violan y matan,
Son nuestros pecados los que pagaremos,
Sin importar cuanto lo neguemos, o cuanto tengamos que esperar.
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