Alberto es un tipo amable, panzoncito, ya un adulto mayor. Alberto, está hablando ahí con una mujer, habla con palabras de amor, como de pareja, hasta que ella le insinúa algo referente a dinero y él le dice: “me cayó en la dian” y luego le habla muy fuerte; Le dice: “Claro, negocios son negocios” le confirmó noventa que le va a consignar. entonces veo todo desde arriba, a medida que subo, que supero las rejas y los alambres de púa, veo que Alberto es recluso en un sitio de media/baja seguridad.
Entonces me decido, empiezo a caminar por las calles polvorientas, cuando llego al sitio donde estaba Alberto, veo que está hablando con un niño, se despide el niño justo cuando yo llego y me dice - es un angelito - no sé, hoy me están pasando cosas buenas y lo sé, que es un presagio, que vinieron angelitos saludarme. José Alberto no sabe quién es el Ángel, soy yo, empieza a conversar conmigo con su habilidad de siempre, misma habilidad con la qué se acercó a tantas niñas para marcarles el rostro, Alberto era un acosador, un acosador , un tanto psicópata, buscaba mujeres por internet y las engañaba, Luego abusaba de ellas pero no sexualmente, a algunas las quemó con Ácido, a otras leas mutilaba, a algunas solamente las amedrentó, pero a todas las violentó. Alberto, después de mucho tiempo, por fin llegó a la cárcel Y ahora está aquí hablando conmigo, ni siquiera imaginar quién soy, ¿porqué no empieza atenderme? a pesar de estar en una cárcel tiene muchas comodidades para sí, tiene buenos vasos, algunas botellas y empieza prepararme algo así como un cóctel, algo con un trago rojo y un trago blanco, algo de dulces, a mí me ofrece gomas de osos, él dice que no puede tomar con tantos dulces o gomas, en especial por su salud, en medio de todo, Alberto empieza a hablarme de personas que conozco, aunque quisiera no conocer, me pregunta, por algún motivo sabe qué soy músico y empezamos a hablar de otros músicos mientras me recapitula su vida de alcohólico, alguien sin disciplina, llegaba tarde a sus trabajos, alguien que no se ganó el respeto de los demás pues no lo respetaba, en el fondo, Alberto, el bonachón, el tipo no habla, que sirve tragos en una cárcel, es un ególatra más que cree que puede imponerse aunque se oculte, aunque se ponga una falsa mascarita, es solamente un abusador. Continuamos hablando, incluso después de un momento entra una empleada, no esperaba que Alberto tuviera empleada, nos sentamos a terminar, le serviría cóctel algo bastante espeso y en ese momento llega la claridad a mi mente, ¿por qué tiene Alberto tanto dinero? claro, ahora es claro; Alberto rapta personas, las oculta, vende sus órganos en el mercado negro, de ahí es de dónde vienen sus riquezas, al ser claro ahora para mí, entiendo mi obligación y mi misión, entonces ante la mirada atónita de Alberto (pienso todo el tiempo que aquel pequeño niño era un ángel del cielo que venía a ayudarle) me veo en la incómoda necesidad de cumplir mi deber y mostrarle a Alberto quién quiere verlo, quién me envía por él, en qué dirección voy a llevarlo a rastras, o caminando, o como mejor le parezca, porque simple y definitivamente mi trabajo para hoy es lleva a Alfredo al infierno.
5:40 am, jueves 10 09 2020.
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